Trabajos 2018


PABLO MURILLO, ALICIA Y CARLOS.
Alumnos del Taller de Astronomía del curso 17-18
Hoy en día, si fuésemos por la calle preguntando a gente de a pie qué es una nebulosa, pocos sabrían decir más allá de “esas nubes de colores en las que se forman las estrellas”. Por ello, desde el blog del observatorio del IES Ramiro de Maeztu, decidimos dedicar una entrada a explicar la naturaleza de las nebulosas y la importancia de estas en los ámbitos de la astronomía y la astrofísica.
Introducción
En el siglo XIX se llamaba a todos los cúmulos indeterminados observables en el espacio nebulosas, sin embargo, actualmente una nebulosa es una región del espacio formada por gases como el hidrógeno o el helio y otros elementos en forma de polvo cósmico. Su condensación, como mencionábamos anteriormente, puede llevar a la creación de nuevas estrellas y se distinguen tres tipos distintos de nebulosa según su relación con el espectro visible (la luz).
Nebulosas oscuras
Las nebulosas oscuras son nubes heladas compuestas mayormente por hidrógeno, normalmente en forma molecular. Las partículas de polvo, por otro lado, están recubiertas de óxido de carbono y nitrógeno congelado. Estas partículas son conjuntos simples de moléculas que se vuelven más y más complejas hasta llegar a dimensiones de 0,1 μ. Dentro de las nebulosas también se pueden encontrar otras substancias, como helio atómico o amonia.
También son conocidas como nebulosas de absorción porque son tan densas que absorben toda la luz de las estrellas de fondo. Por esta razón, la única manera de detectarlas es por contraste: si se ve un fondo oscuro donde tendrían que verse estrellas, es que ahí hay una nebulosa. En la periferia de las nebulosas oscuras se pueden ver las estrellas atenuadas y también pueden parecer rojizas. Cabe mencionar que la luz de algunas estrellas sí que logra pasar a través de estas nebulosas, lo que añade a su atractivo. Esto se puede ver, por ejemplo, en la nebulosa Cabeza de Caballo.
Las nebulosas oscuras no están relacionadas con ninguna estrella, sino que los complejos más grandes suelen estar asociados a nubes moleculares gigantes. Por otro lado, existen nebulosas de absorción más pequeñas y aisladas que son denominadas “glóbulos de Bok”, dentro de los cuales pueden formarse nuevas estrellas. Dada su atracción gravitatoria, el material se agrupa cada vez más, aumentando la cantidad y densidad del mismo y, por tanto, la presión y la temperatura en el centro de la nebulosa. Cuando estas últimas llegan a niveles suficientemente elevados la nebulosa colapsa, naciendo así una estrella, la cual calentará la nebulosa hasta convertirla en una de emisión, tipo de nebulosa que explicaremos más adelante.

Nebulosas de reflexión
Las nebulosas de reflexión, clasificadas así por Edwin Hubble en 1922, son aquellas que no reciben energía suficiente para ionizar los gases que las forman, de manera que no emiten radiación sino que reflejan la luz emitida por las estrellas más próximas. Son visibles gracias a que la suficiente energía que tienen puede dispersar la luz, en concreto tonos azulados del espectro visible.
Para comprenderlas es necesario conocer el proceso de ionización de un gas. El estado de la materia superior en energía al gas es el plasma. Este es gas ionizado, es decir, un gas cuyas partículas tienen energía cinética suficiente para que los electrones puedan superar las fuerzas de atracción del núcleo. Debido a este proceso de ionización se desprende radiación electromagnética, de la que somos capaces de percibir la perteneciente al espectro visible (luz).
Dicho esto, ya podemos entender cómo funciona una nebulosa de reflexión, pero para conocerlas mejor los ejemplos son útiles. IC 2118, la nebulosa de Cabeza de Bruja, fue formada por los restos de una supernova, y está en la constelación de Eridanus a 1000 años luz de la Tierra.  
IC4592, la nebulosa de Cabeza de Caballo Azul, está en la constelación de Orión, pero refleja la luz de una estrella de la constelación de Scorpio.
Por su localización existen distintos tipos de nebulosas. Por ejemplo el catálogo Van den Bergh recoge las nebulosas de reflexión localizadas alrededor de estrellas como el cúmulo de las Pléyades.

Nebulosas de emisión
Una nebulosa de emisión es, como su propio nombre indica, una nebulosa que emite luz en función de la ionización del gas que la compone, siendo el mecanismo excitatriz más común la radiación ultravioleta de las estrellas vecinas. En astrofísica estos objetos se denominan regiones H II y el análisis de su espectro es crucial para estudiar la composición química y las propiedades físicas de las nebulosas. Gracias a ellos sabemos que la razón de que el color rojo predomine en las imágenes tradicionales de este tipo de nebulosas, es que la línea de emisión más brillante e importante es la H-alfa (de la serie de Balmer del hidrógeno), localizada en la zona roja del espectro visible. Así mismo, también se aprecian otros colores en dichas imágenes que se han podido asociar a líneas de emisión detectadas pertenecientes a otros elementos: helio, oxígeno, nitrógeno, azufre, neón, hierro…                                                                                                    Dependiendo de la naturaleza de la nebulosa de emisión, estas pueden subdividirse en dos grupos totalmente distintos:


1) Las nebulosas de emisión asociadas a regiones de formación estelar, es decir, aquellas en presencia de estrellas muy jóvenes o incluso en proceso de formación, entre las que se encuentran los plópidos, los objetos Herbig-Haro y las nubes moleculares.

Estos dos últimos merecen distinción pues poseen particularidades únicas entre las nebulosas. Los objetos Herbig-Haro son formados por una estrella y un disco circunestelar entorno a esta que la alimenta de material y que produce fenómenos de emisión en forma de chorro de plasma; mientras que las nubes moleculares son tan densas y frías que permiten la existencia de dihidrógeno (H2) en su interior.


2) Las nebulosas de emisión asociadas a estrellas moribundas o ya extintas, denominadas nebulosas planetarias y restos de supernova.

Las primeras no guardan relación alguna con los planetas, pero se llamaron así hace varios cientos de años por su similitud a los planetas gigantes al ser observadas a través de telescopios ópticos convencionales. En realidad, son las capas exteriores de las gigantes rojas (la última fase evolutiva de las estrellas de masa intermedia), expelidas debido a pulsaciones y a intensos vientos estelares. Tras la expulsión de estas capas, subsiste un pequeño núcleo de la estrella, denominado enana blanca, el cual se encuentra a una gran temperatura y brilla de manera intensa. La radiación ultravioleta emitida por este ioniza las capas externas que la estrella había expulsado.

La primera nebulosa planetaria en ser descubierta fue la nebulosa Dumbbell, en la constelación de Vulpecula (a 1360 años luz), que fue observada el 12 de julio de 1764 por Charles Messier; a partir de entonces, se descubrieron otras tales como la nebulosa del Anillo y la nebulosa Ojo de gato.

Por otra parte, los restos (o “remanentes”) de supernova son las estructuras nebulosas que resultan de las titánicas explosiones al final del ciclo evolutivo de las estrellas de masa elevada. El resto de supernova está rodeado por una onda de choque en expansión que se conforma del material eyectado por la explosión y de material interestelar barrido y arrastrado durante el proceso. El gas de este tipo de nebulosas puede ser afectado tanto por la propia energía entregada por la supernova, como por la emisión de una posible estrella de neutrones (un púlsar) en su seno.                                                                    
La que es probablemente el ejemplo más típico y conocido de este tipo de nebulosas es la nebulosa del Cangrejo, cuya explosión tuvieron la ocasión de observar astrónomos chinos y árabes del siglo XI. Se encuentra en la constelación de Tauro, a unos 6300 años luz de la Tierra, y contiene en su centro uno de esos púlsares que mencionamos anteriormente.


Esperamos que nuestra pequeña entrada os haya gustado y que, sobre todo, os haya ayudado a comprender un poco mejor uno de los muchos e increíbles fenómenos que tienen lugar en nuestro universo.

Alicia, Carlos y E. Pablo.

ILUSTRACIONES:














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